jueves, 31 de julio de 2008

Entrevista a Michel Odent

“Más que humanizar el parto, hay que mamiferizarlo”


Por: L. Artiz


“Las mujeres tienen que parir sin espectadores para que puedan liberar oxitocina, la hormona del amor, porque es una hormona tímida”.


Michel Odent, prestigioso ginecólogo francés, pionero en la promoción del parto fisiológico y precursor hace tres décadas de las bañeras de dilatación, ha hablado con Ser Padres sobre la importancia de lograr partos menos medicalizados y mucho más naturales, o como él los llama, más cercanos a los de todos los demás mamíferos, más “mamiferizados”.



P: Cuando habla de la importancia del amor en el parto, ¿a qué se refiere?
R: El amor ya no es tema exclusivo de poetas, filósofos o novelistas. Hoy lo estudian científicos de muy diversas disciplinas y han llegado a una conclusión: la importancia que tiene todo lo que sucede en el inicio de la vida para desarrollar la capacidad de amar. Es fundamental no perturbar demasiado el parto para que madre e hijo puedan desarrollar ese amor.


P: ¿No perturbar el parto significa no medicalizarlo y humanizarlo más?
R: Más que humanizar, yo hablaría de “mamiferizar”. Para que un parto sea fácil, hay que redescubrir las necesidades básicas que compartimos con todos los mamíferos. Y todas las hembras, para segregar oxitocina, esa hormona del amor que hasta hace poco se necesitaba liberar para poder a la luz, necesitan sentirse seguras y que su nivel de adrenalina sea muy bajo. En la selva, si una hembra está a punto de dar a luz y se da cuenta de que tiene un depredador cerca, segregará adrenalina para poder defenderse y retrasará el parto para cuando se sienta más segura. Los mamíferos necesitan sentirse seguros y no observados para dar a luz.


P: ¿Un parto con médicos, oxitocina sintética, epidural, cesárea… no es más fácil?
R: No, la epidural es un medicamento que sustituye a las endorfinas, lo mismo que la oxitocina sintética sustituye a la natural. Todos estos medicamentos hacen el papel de las hormonas que las mujeres no pueden segregar porque no se encuentran en un entorno adecuado. Hoy en día no solo no las pueden liberar las parturientas que dan a luz por cesárea, también muchas de las que tienen un parto vaginal, al usar sustitutos farmacológicos de estas hormonas del amor. El problema es que estos sustitutos no producen efectos sobre el comportamiento y alteran el curso natural del nacimiento, un momento crítico en el proceso del desarrollo de la capacidad de amar.


P: Entonces, ¿cuál es el mejor entorno?
R: Después de llevar más de medio siglo participando en nacimientos, puedo resumir mi aprendizaje en pocas palabras: un parto será más fácil y rápido cuanto más sola esté la mujer. Solo necesita una comadrona que tenga experiencia y una actitud maternal y que se mantenga en silencio. Es el mejor entorno para liberar la oxitocina, que es una hormona tímida y no aparece si hay muchos espectadores.


Desde:
www.serpadres.es


Ruth

miércoles, 23 de julio de 2008

Tu hijo es una buena persona


Cuando una esposa afirma que su marido es muy bueno, probablemente es un hombre cariñoso, trabajador, paciente, amable... En cambio, si una madre exclama "mi hijo es muy bueno", casi siempre quiere decir que se pasa el día durmiendo, o mejor que "no hace más que comer y dormir" (a un marido que se comportase así le llamaríamos holgazán). Los nuevos padres oirán docenas de veces (y pronto repetirán) el chiste fácil: "¡Qué monos son... cuando duermen!"


Y así los estantes de las librerías, las páginas de las revistas, las ondas de la radio, se llenan de "problemas de la infancia": problemas de sueño, problemas de alimentación, problemas de conducta, problemas en la escuela, problemas con los hermanos... Se diría que cualquier cosa que haga un niño cuando está despierto ha de ser un problema.


Nadie nos dice que nuestros hijos, incluso despiertos (sobre todo despiertos), son gente maravillosa; y corremos el riesgo de olvidarlo. Aún peor, con frecuencia llamamos "problemas", precisamente, a sus virtudes.


Tu hijo es generoso


Marta juega en la arena con su cubo verde, su pala roja y su caballito. Un niño un poco más pequeño se acerca vacilante, se sienta a su lado y, sin mediar palabra (no parece que sepa muchas) se apodera del caballito, momentáneamente desatendido. A los pocos minutos, Marta decide que en realidad el caballito es mucho más divertido que el cubo, y lo recupera de forma expeditiva. Ni corto ni perezoso, el otro niño se pone a jugar con el cubo y la pala. Marta le espía por el rabillo del ojo, y comienza a preguntarse si su decisión habrá sido la correcta. ¡El cubo parece ahora tan divertido!


Tal vez la mamá de Marta piense que su hija "no sabe compartir". Pero recuerde que el caballito y el cubo son las más preciadas posesiones de Marta, digamos como para usted el coche. Y unos minutos son para ella una eternidad. Imagine ahora que baja usted de su coche, y un desconocido, sin mediar palabra, sube y se lo lleva. ¿Cuántos segundos tardaría usted en empezar a gritar y a llamar a la policía? Nuestros hijos, no le quepa duda, son mucho más generosos con sus cosas que nosotros con las nuestras.


Tu hijo es desinteresado


Sergio acaba de mamar; no tiene frío, no tiene calor, no tiene sed, no le duele nada... pero sigue llorando. Y ahora, ¿qué más quiere?


La quiere a usted. No la quiere por la comida, ni por el calor, ni por el agua. La quiere por sí misma, como persona. ¿Preferiría acaso que su hijo la llamase sólo cuando necesitase algo, y luego "si te he visto no me acuerdo"? ¿Preferiría que su hijo la llamase sólo por interés?


El amor de un niño hacia sus padres es gratuito, incondicional, inquebrantable. No hace falta ganarlo, ni mantenerlo, ni merecerlo. No hay amor más puro. El doctor Bowlby, un eminente psiquiatra que estudió los problemas de los delincuentes juveniles y de los niños abandonados, observó que incluso los niños maltratados siguen queriendo a sus padres.


Un amor tan grande a veces nos asusta. Tememos involucrarnos. Nadie duda en acudir de inmediato cuando su hijo dice "hambre", "agua", "susto", "pupa"; pero a veces nos creemos en el derecho, incluso en la obligación, de hacer oídos sordos cuando sólo dice "mamá". Así, muchos niños se ven obligados a pedir cosas que no necesitan: infinitos vasos de agua, abrir la puerta, cerrar la puerta, bajar la persiana, subir la persiana, encender la luz, mirar debajo de la cama para comprobar que no hay ningún monstruo... Se ven obligados porque, si se limitan a decir la pura verdad: "papá, mamá, venid, os necesito", no vamos. ¿Quién le toma el pelo a quién?


Tu hijo es valiente


Está usted haciendo unas gestiones en el banco y entra un individuo con un pasamontañas y una pistola. "¡Silencio! ¡Al suelo! ¡Las manos en la nuca!" Y usted, sin rechistar, se tira al suelo y se pone las manos en la nuca. ¿Cree que un niño de tres años lo haría? Ninguna amenaza, ninguna violencia, pueden obligar a un niño a hacer lo que no quiere. Y mucho menos a dejar de llorar cuando está llorando. Todo lo contrario, a cada nuevo grito, a cada bofetón, el niño llorará más fuerte.


Miles de niños reciben cada año palizas y malos tratos en nuestro país. "Lloraba y lloraba, no había manera de hacerlo callar" es una explicación frecuente en estos casos. Es la consecuencia trágica e inesperada de un comportamiento normal: los niños no huyen cuando sus padres se enfadan, sino que se acercan más a ellos, les piden más brazos y más atención. Lo que hace que algunos padres se enfaden más todavía. Si que huyen los niños, en cambio, de un desconocido que les amenaza.


Los animales no se enfadan con sus hijos, ni les riñen. Todos los motivos para gritarles: sacar malas notas, no recoger la habitación, ensuciar las paredes, romper un cristal, decir mentiras... son exclusivos de nuestra especie, de nuestra civilización. Hace sólo 10.000 años había muy pocas posibilidades de reñir a los hijos. Por eso, en la naturaleza, los padres sólo gritan a sus hijos para advertirles de que hay un peligro. Y por eso la conducta instintiva e inmediata de los niños es correr hacia el padre o la madre que gritan, buscar refugio en sus brazos, con tanta mayor intensidad cuanto más enfadados están los progenitores.


Tu hijo sabe perdonar


Silvia ha tenido una rabieta impresionante. No se quería bañar. Luchaba, se revolvía, era imposible sacarle el jersey por la cabeza (¿por qué harán esos cuellos tan estrechos?). Finalmente, su madre la deja por imposible. Ya la bañaremos mañana, que mi marido vuelve antes a casa; a ver si entre los dos...


Tan pronto como desaparece la amenaza del baño, tras sorber los últimos mocos y dar unos hipidos en brazos de mamá, Silvia está como nueva. Salta, corre, ríe, parece incluso que se esfuerce por caer simpática. El cambio es tan brusco que coge por sorpresa a su madre, que todavía estará enfadada durante unas horas. "¿Será posible?" "Mírala, no le pasa nada, era todo cuento".


No, no era cuento. Silvia estaba mucho más enfadada que su madre; pero también sabe perdonar más rápidamente. Silvia no es rencorosa. Cuando Papá llegue a casa, ¿cuál de las dos se chivará? ("Mamá se ha estado portando mal..."). El perdón de los niños es amplio, profundo, inmediato, leal.


Tu hijo sabe ceder


Jordi duerme en la habitación que sus padres le han asignado, en la cama que sus padres le han comprado, con el pijama y las sábanas que sus padres han elegido. Se levanta cuando le llaman, se pone la ropa que le indican, desayuna lo que le dan (o no desayuna), se pone el abrigo, se deja abrochar y subir la capucha porque su madre tiene frío y se va al cole que sus padres han escogido, para llegar a la hora fijada por la dirección del centro. Una vez allí, escucha cuando le hablan, habla cuando le preguntan, sale al patio cuando le indican, dibuja cuando se lo ordenan, canta cuando hay que cantar. Cuando sea la hora (es decir, cuando la maestra le diga que ya es la hora) vendrán a recogerle, para comer algo que otros han comprado y cocinado, sentado en una silla que ya estaba allí antes de que él naciera.


Por el camino, al pasar ante el quiosco, pide un "Tontanchante", "la tontería que se engancha y es un poco repugnante", y que todos los de su clase tienen ya. "Vamos, Jordi, que tenemos prisa. ¿No ves que eso es una birria?" "¡Yo quiero un Totanchante, yo quiero, yo quiero...!" Ya tenemos crisis.


Mamá está confusa. Lo de menos son los 20 duros que cuesta la porquería ésta. Pero ya ha dicho que no. ¿No será malo dar marcha atrás? ¿Puede permitir que Jordi se salga con la suya? ¿No dicen todos los libros, todos los expertos, que es necesario mantener la disciplina, que los niños han de aprender a tolerar las frustraciones, que tenemos que ponerles límites para que no se sientan perdidos e infelices? Claro, claro, que no se salga siempre con la suya. Si le compra ese Tontachante, señora, su hijo comenzará una carrera criminal que le llevará al reformatorio, a la droga y al suicidio.


Seamos serios, por favor. Los niños viven en un mundo hecho por los adultos a la medida de los adultos. Pasamos el día y parte de la noche tomando decisiones por ellos, moldeando sus vidas, imponiéndoles nuestros criterios. Y a casi todo obedecen sin rechistar, con una sonrisa en los labios, sin ni siquiera plantearse si existen alternativas. Somos nosotros los que nos "salimos con la nuestra" cien veces al día, son ellos los que ceden. Tan acostumbrados estamos a su sumisión que nos sorprende, y a veces nos asusta, el más mínimo gesto de independencia. Salirse de vez en cuando con la suya no sólo no les va hacer ningún daño, sino que probablemente es una experiencia imprescindible para su desarrollo.


Tu hijo es sincero


¡Cómo nos gustaría tener un hijo mentiroso! Que nunca dijera en público "¿Por qué esa señora es calva?" o ¿Por qué ese señor es negro?" Que contestase "Sí" cuando le preguntamos si quiere irse a la cama, en vez de contestar "Sí" a nuestra retórica pregunta "¿Pero tú crees que se pueden dejar todos los juguetes tirados de esta manera?"


Pero no lo tenemos. A los niños pequeños les gusta decir la verdad. Cuesta años quitarles ese "feo vicio". Y, entre tanto, en este mundo de engaño y disimulo, es fácil confundir su sinceridad con desafío o tozudez.


Tu hijo es un buen hermano


Imagínese que su esposa llega un día a casa con un guapo mozo, más joven que usted, y le dice: "Mira, Manolo, este es Luis, mi segundo marido. A partir de ahora viviremos los tres juntos, y seremos muy felices. Espero que sabrás compartir con él tu ordenador y tu máquina de afeitar. Como en la cama de matrimonio no cabemos los tres, tú, que eres el mayor, tendrás ahora una habitación para ti sólito. Pero te seguiré queriendo igual". ¿No le parece que estaría "un poquito" celoso? Pues un niño depende de sus padres mucho más que un marido de su esposa, y por tanto la llegada de un competidor representa una amenaza mucho más grande. Amenaza que, aunque a veces abrazan tan fuerte a su hermanito que le dejan sin aire, hay que admitir que los niños se toman con notable ecuanimidad.


Tu hijo no tiene prejuicios


Observe a su hijo en el parque. ¿Alguna vez se ha negado a jugar con otro niño porque es negro, o chino, o gitano, o porque su ropa no es de marca o tiene un cochecito viejo y gastado? ¿Alguna vez le oyó decir "vienen en pateras y nos quitan los columpios a los españoles"? Tardaremos aún muchos años en enseñarles esas y otras lindezas.


Tu hijo es comprensivo


Conozco a una familia con varios hijos. El mayor sufre un retraso mental grave. No habla, no se mueve de su silla. Durante años, tuvo la desagradable costumbre de agarrar del pelo a todo aquél, niño o adulto, que se pusiera a su alcance, y estirar con fuerza. Era conmovedor ver a sus hermanitos, con apenas dos o tres años, quedar atrapados por el pelo, y sin gritar siquiera, con apenas un leve quejido, esperar pacientemente a que un adulto viniera a liberarlos. Una paciencia que no mostraban, ciertamente, con otros niños. Eran claramente capaces de entender que su hermano no era responsable de sus actos.


Si se fija, observará estas y muchas otras cualidades en sus hijos. Esfuércese en descubrirlas, anótelas si es preciso, coméntelas con otros familiares, recuérdeselas a su hijo dentro de unos años ("De pequeño eras tan madrugador, siempre te despertabas antes de las seis...") La educación no consiste en corregir vicios, sino en desarrollar virtudes. En potenciarlas con nuestro reconocimiento y con nuestro ejemplo.


La semilla del bien


Observando el comportamiento de niños de uno a tres años en una guardería, unos psicólogos pudieron comprobar que, cuando uno lloraba, los otros espontáneamente acudían a consolarle. Pero aquellos niños que habían sufrido palizas y malos tratos hacían todo lo contrario: reñían y golpeaban al que lloraba. A tan temprana edad, los niños maltratados se peleaban el doble que los otros, y agredían a otros niños sin motivo ni provocación aparente, una violencia gratuita que nunca se observaba en niños criados con cariño.


Oirá decir que la delincuencia juvenil o la violencia en las escuelas nacen de la "falta de disciplina", que se hubieran evitado con "una bofetada a tiempo". Eso son tonterías. El problema no es falta de disciplina, sino de cariño y atención, y no hay ningún tiempo "adecuado" para una bofetada. Ofrézcale a su hijo un abrazo a tiempo. Miles de ellos. Es lo que de verdad necesita.


Dr. Carlos González, pediatraExtractado de
Bésame mucho


Espero que os guste esta joyita.

un besito

Ruth

martes, 22 de julio de 2008

Mi niño no me come


Pautas orientativas para padres de niños que, aparentemente, no comen bien.


1.- No obligar nunca a comer a un niño. Un adulto puede que se niegue a probar bocado por los dictados de la moda pero a un crío aún no le pesan las normas sociales. Por tanto no se debe insistir en que el niño trague a toda costa.


2.- Cuánta cantidad de comida es necesaria. Cada uno de nosotros necesita un aporte calórico distinto, razón por la que la alimentación no puede tomarse como una ciencia exacta. Unos zampan como elefantes mientras otros comen como pajaritos. ¿Por qué entonces se intenta medir a los niños por el mismo rasero? Un niño de año y medio puede que necesite comer la misma cantidad que un bebé de nueve meses.


3.- ¿Seguro que no come nada? Para la mayoría de los padres no comer nada significa que su hijo no engulle lo que ellos creen que necesita. Quizá si su medida fuera medio plato en vez de uno repleto hasta el borde cambiaría su percepción.


4.- Los que de verdad no comen. Las enfermedades y los celos provocan un rechazo a la comida que suele ser transitorio y una vez solucionado el problema regresa el apetito.


5.- El trabajo de mamá. El regreso laboral de mamá origina en ciertos bebés una negativa a alimentarse si no lo hace su madre. Pueden no consumir nada en ocho horas y luego ponerse las botas cuando ella regresa.


6.- Un asunto de honor. Los padres, sobre todo las madres, suelen vivir la inapetencia como un agravio personal. Otras consideran un deber atiborrar a su hijo.


7.- Culpabilidad. Frustración y un terrible sentimiento de no saber cumplir como lo hicieron con ella, fustigan a muchas madres para quienes la hora de la comida es un calvario.


8.- Niños incomprendidos. Imagínese qué pensará su hijo. Él, que sólo cuenta con el cariño de sus padres, de repente se ve atacado por aquellos en quienes confía, que insisten en cebarle cuando ya no le entra más y encima se enfadan y le gritan.


9.- La prueba definitiva. Coma en proporción a lo que da a su hijo. Si el niño pesa 10 kilos y engulle un plato, tráguese usted cinco o seis raciones. Seguro que revienta.


10.- Pecho "for ever" y a libre demanda. La leche materna es el alimento más completo y nutritivo. Si el niño no pierde peso es conveniente alargar la lactancia hasta el año o los dos años. Siempre sin imposición de horarios, porque él ya lo pedirá cuando lo necesite.


11.- Las papillas. Nunca se debe sustituir el pecho por la infundada creencia de que los cereales alimentan más. Cuando los niños ya degustan papillas hay que saber que casi ninguno logra terminarse la medida recomendada porque es simplemente una orientación, no un dictado.


12.- Horror a las verduras. El pequeño estómago de los niños admite pequeñas cantidades, o sea, muchas calorías en poco volumen. Las verduras contienen mucha fibra y escasas calorías, por lo que les enguachina pero no les sacia. Apenas unas cucharadas serán suficientes para que le saquen el gusto.


13.- La papilla de frutas. Con las frutas viene a suceder lo mismo que con las verduras. Si el crío las rechaza pruebe a darle una manzana a mordiscos o una pera en trocitos, por ejemplo. Las recomendaciones y mezclas frutales del pediatra no tienen por qué ir a misa.


14.- Respetar el sueño. Algunos padres enchufan a sus hijos el biberón mientras éstos duermen y después se quejan de que no comen cuando están despiertos. ¡Pero si ya se han alimentado!

15.- Chucherías prohibidas. Al margen de que el niño coma o no coma, los dulces y las famosas chucherías sólo una vez al año para que no hagan daño.


16.- La crisis del año. Justo a los 12 meses se frena la velocidad de crecimiento y por tanto no precisan la misma cantidad de alimento. A partir de los cinco años aumentarán el gasto energético y las necesidades.


17.- El perceptil. Las gráficas de peso traen fritos a los padres. En cada país se elabora una distinta y nunca coinciden entre ellas. ¿Quiere eso decir que según el lugar del mundo en que pesen a su hijo estará por encima o debajo de la media?


18.- Defensas infantiles. Los más pequeños se defienden ante la indigesta ofensiva paterna a base de hacer bola, escupir e incluso vomitar. Nunca se niegan por capricho. Evolutivamente los críos tienden a rechazar los sabores desconocidos por simple supervivencia.

19.- Un dragón llamado alergia. La alergia puede provocar la negativa del niño a ingerir ciertos alimentos como la leche, el gluten, el huevo o cualquier otro incompatible con su inmaduro organismo. Por eso es conveniente no obligar a comer.


20.- Estimulantes del apetito. Los tónicos estimulantes contienen psicofármacos que actúan sobre el centro cerebral del apetito y su efecto desaparece en cuanto se deja el medicamento. Poco aconsejables salvo excepciones.


21.- Cómo introducir los alimentos. A partir de los seis meses se pueden ir probando nuevos sabores con gran precaución y muy lentamente.


22.- Estrategias. No guardar la comida para la cena. Ponerle en el plato sólo lo que suela tomar aunque sean tres cucharadas, si tiene hambre pedirá más. Evitar las broncas y los sobornos.
23.- Vegetarianos. Cuando los padres son vegetarianos los niños pueden vivir perfectamente con una dieta ovo-lacto-vegetariana.


24.- Acostumbrarse a comer de todo. Obligarle a comer un determinado alimento es la mejor forma de lograr que lo odie para el resto de su vida. Si no se le fuerza acabará probándolo.


25.- Comer solo. Un niño se puede negar a comer porque quiere meterse él mismo el alimento en la boca y no se lo permiten. Aunque se estire la hora del almuerzo y ponga todo perdido es preferible concederles cierta independencia

Carlos GonzálezAutor de
Mi niño no me come


Un saludo a todos



Ruth


lunes, 21 de julio de 2008

El metodo canguro



La primera violación, lo peor que puede ocurrirle a cualquier recién nacido, es la separación de su madre, su hábitat normal.


CÓMO ACTUA EL CEREBRO SOBRE EL CUERPO:

Opciones comportamentales del recién nacido
El metabolismo basal de todos los animales está regulado por el cerebro arcaico, y se expresa por medio de una programación comportamental. Cada programa tiene su juego de hormonas, sus automatismos y se caracteriza por un comportamiento físico. El programa neurocomportamental de la reproducción de los mamíferos ha sido estudiado de manera extensa. Cada etapa de la gestación tiene su ambiente hormonal específico, y sus componentes específicas y somáticas.
En términos biológicos, el Homo sapiens es un mamífero. Lo que caracteriza a todos los mamíferos es que tienen mamas (del latín ‘mammae’) destinadas a la alimentación de las crías. Las investigaciones biológicas en numerosos mamíferos han demostrado que los procesos neurológicos que tienen lugar durante la gestación (el desarrollo embrionario) están ‘altamente conservados’, es decir, son casi idénticos en todas las especies (Christensson, 1995). Los mecanismos endocrinos fundamentales de la gestación, son también notablemente similares en todas las especies (Keverne y Kendrick, 1994). Hay modelos de comportamiento programados por el sistema límbico de nuestro cerebro. Desde el nacimiento, todos los mamíferos presentan una ‘secuencia comportamental definida’ (Rosenblatt, 1994), que lleva al arranque y al mantenimiento del comportamiento de la lactancia. Existen diferencias en estas secuencias, cada especie tiene la suya propia. Un descubrimiento fundamental y sorprendente ha sido constatar que lo determinante es el comportamiento de la cría recién nacida; que es su actividad la que induce una respuesta cuidadora de su madre (Rosenblatt, 1994). También se ha constatado que existe un periodo crítico, a saber, un periodo durante el cual es necesario que se produzcan ciertos hechos claves para un desarrollo óptimo; un periodo que ha sido bien descrito por la investigación en los mamíferos, y cuya importancia se reconoce ahora cada vez más también en el ser humano. Tras su iniciación a cargo del recién nacido, ‘la lactancia se establece por medio de una gama de estimulaciones complejas, mutuas entre la madre y la criatura’ (Kjellmer y Winberg, 1994). No obstante, en todas las especies, la lactancia es ‘un comportamiento especialmente frágil y transitorio’ (Alberts, 1994): cualquier intervención puede fácilmente perturbarla.
L@s biólog@s describen a los mamíferos como una especie que se desarrolla en una serie de hábitats (útero, contacto cuerpo a cuerpo con la madre, fratria, resto del mundo). El concepto básico es que, en cada uno de estos hábitats, el organismo en desarrollo está físicamente capacitado y neurobiológicamente programado para comportarse de manera que le permita satisfacer todas sus necesidades (Alberts, 1994); está dotado de las competencias requeridas, que se manifestarán espontáneamente en el hábitat para el cual está diseñado, y es este hábitat el que le proporcionará la satisfacción de sus necesidades. El hábitat determina así ‘el nivel de organización’ del cerebro, o sea, la capacidad de controlar correctamente el nivel de vigilia. El estudio con electroencefalogramas ha mostrado que la duración de un ciclo de sueño normal en una criatura recién nacida es de 60 a 90 minutos, y que la perturbación de estos ciclos produce stress y patologías. Pero en los bebés un ciclo normal de sueño no puede ser observado más que si está en su hábitat normal, a saber, si están en contacto cuerpo a cuerpo con su madre.
Estos factores neurocomportamentales tienen un objetivo específico: satisfacer las necesidades biológicas básicas del organismo. L@s biólog@s por lo general estiman que existen tres (calor, alimento y protección –la necesidad de oxígeno es tan evidente que no se menciona, aunque sea fundamental) y en cada hábitat, el organismo en desarrollo está físicamente capacitado y neurológicamente programado para comportarse de manera que sus necesidades se satisfagan. En términos más científicos, el organismo en desarrollo necesita de una temperatura adecuada, de una nutrición específica, y de una protección prodigada por diferentes medios.
Consecuencias de la separación madre-criatura
Cuando son arrancadas de su hábitat normal, las crías mamíferas tienen un comportamiento idéntico y pre-programado, que podemos llamar ‘respuesta de protesta- respuesta de angustia’ (Alberts, 1994), que fue descrita por vez primera en los bebés de los orfelinatos tras la Segunda Guerra Mundial; después fue estudiada en los monos, y después en muchos otros animales. La respuesta de protesta es una actividad intensa que tiene como objetivo permitir al bebé recuperar su hábitat; la respuesta de la desesperación es una respuesta de supervivencia ante la situación de privación: cursa con una bajada de la temperatura del cuerpo y del ritmo cardíaco, inducidas por un aumento masivo de las tasas de las hormonas de estrés. Llorar es nocivo para los recién nacidos; ello restaura la circulación fetal y aumenta el riesgo de hemorragia intraventricular y diversos otros problemas. La primera violación, lo peor que puede ocurrirle a cualquier recién nacido, es la separación de su madre, su hábitat normal. Esta ‘respuesta’ y su impacto han sido descritos en un extenso artículo de Allan Shore (2001)
La respuesta psicobiológica del bebé humano a los traumatismos se compone de dos esquemas de respuesta diferenciados: la hipervigilancia y la disociación (Perry et al)
En la hipervigilancia, el sistema nervioso simpático se activa fuertemente y de forma brusca, con un aumento del ritmo cardíaco, de la presión sanguínea, del tono y de la vigilancia; la angustia de la criatura se manifiesta con llanto y alaridos... este estado frenético de angustia, que Perry llama ‘miedo-pànico’, se conoce como una estimulación ergotrópica... con secreción de tasas excesivas de las principales hormonas del stress... que se producen en un estado hipermetabólico del cerebro.
La disociación es el estado de reacción subsiguiente a la respuesta al terror, con embotamiento y retraimiento; es un estado de conservación y de repliegue, una respuesta del parasimpático que sobreviene en situaciones en las que la persona no tiene ni ayuda ni esperanza, una respuesta utilizada a lo largo de la vida, por la cual el individuo se desconecta para ‘conservar su energía’, una conducta peligrosa de supervivencia en la que el individuo finge estar muerto; en este estado pasivo de profunda desconexión, la tasa de opiáceos endógenos es alta, lo que produce ausencia de dolor, inmovilidad e inhibición de gritos de angustia. El tono vagal aumenta considerablemente con una bajada de la tensión sanguínea y del ritmo cardíaco(...) en este estado, desde el cerebro de la criatura, tanto los componentes del sistema simpático que consumen energía, como los del sistema parasimpático economizador de energía se activan (...) (provocando) alteraciones bioquímicas caóticas, un estado de toxicidad neuroquímico para el cerebro de la criatura en pleno crecimiento. (Shore 2001).
Cuando la criatura recupera su hábitat normal (el cuerpo de su madre), se constata un rápido aumento de la temperatura y del ritmo cardíaco. “Las llamadas de angustia ligadas a la separación” han sido bien documentadas en las ratas (Alberts, 1994). Se ha constatado llamadas de angustia similares en los bebés humanos en cunas; estos bebés lloran hasta diez veces más que los bebés que están piel con piel con su madre (Michelson et al, 1996). Además, el llanto de los bebés que están piel con piel con su madre tiene una tonalidad completamente diferente, y se ha sugerido que podía tener el objetivo de lograr la ayuda de la madre para alcanzar el seno y mamar (Christensen et al, 1995).
Los estudios neurocomportamentales actuales muestran que esta reacción de protesta-angustia, que remite a estados asociados de hipervigilancia y disociación, puede modificar la estructura cerebral en el sentido de una menos buena adaptación, con consecuencias en el comportamiento futuro.
La separación induce cambios en la eficacia fundamental de los sistemas (McKenna, 1993). La separación precoz puede comportar modificaciones importantes en la fragilidad ante las patologías inducidas por el stress (Hofer, 1994). Los orígenes de muchas desviaciones comportamentales son desconocidos; ¿podrían algunas remontarse a las violaciones de nuestra programación innata? (Kjellmer y Winberg, 1994)
Paradigma occidental y paradigma original
Hace falta comprender el paradigma biológico original del cuidado del bebé, y por qué nuestro paradigma occidental ha llegado a ser lo que es.
Desde el punto de vista de la evolución, en el momento del nacimiento el Homo sapiens es extremadamente inmaduro. El volumen de su cerebro no es más que el 25% del volumen que tendrá en la edad adulta, contra el 45% de los chimpancés, y este porcentaje todavía es más alto en el resto de los mamíferos. Se estima que se trata de un compromiso, de una consecuencia del estrechamiento de la cavidad pélvica que tuvo lugar al adquirir la posición erecta; este estrechamiento hizo imposible el tránsito de un cráneo más voluminoso. El cerebro prosigue pues su crecimiento después del nacimiento. El Homo sapiens tuvo por tanto que desarrollar mecanismos para hacer frente a su inmadurez. No obstante, el nacimiento prematuro del pequeño ser humano no es una aventura peor que la de otras especies animales, siempre y cuando la criatura tenga su hábitat normal.
Algunos podrán pensar que el pequeño ser humano con su cortex cerebral desarrollado, no es comparable a otros animales. Sin embargo, habría que señalar que el cortex no remplaza las partes más primitivas del cerebro, sino que, de hecho, depende totalmente de ellas. La biología puede enseñarnos mucho sobre nuestra humanidad. El Homo sapiens ha sido un ‘cazador recolector tropical’ durante los últimos 3-6 millones de años. Los cambios comenzaron hace alrededor de 10.000 años con el comienzo de la agricultura, pero existen todavía pueblos de cazadores recolectores tropicales que han sido estudiados por antropólogos (Lozoff y Brittenham, 1979). Una cosa común a todos estos pueblos es el hecho de que los recién nacidos y los bebés siempre son llevados aúpas, que duermen pegados a su madre, que la alimentación es una respuesta inmediata a su llanto, que maman cada 1 ó 2 horas, y que la lactancia prosigue hasta los dos años. Durante los últimos 100 años, este modelo milenario (el cuidado atento y el ser llevado aúpas) se ha modificado y, en el nuevo modelo, se acuesta a la criatura aparte (se la separa) con toda tranquilidad; separada de su madre, se ignora su llanto; cada cuatro horas se acude para alimentarla (el padre o la madre va al nido), con una leche industrial (hecha a partir de la leche de otra especie), y muy pronto se introducen otros sustitutos.
Lozoff et al (1977) estiman que esta modificación altera el comienzo de la relación madre-criatura, Y que puede quedar alterada más allá de los límites de adaptabilidad del bebé.
Semmelweiss identificó las infecciones como causa de la mortalidad materna, y a finales del siglo XIX las infecciones eran una causa reconocida de mortalidad en los prematuros. En Francia, para proteger a los recién nacidos de las infecciones, Tarner y Budín desarrollaron y pusieron en práctica el poner a los bebés en unas incubadoras, con las paredes de cristal para que la madre pudiera ver a su bebé y participar en los cuidados. Un alemán llamado Cooney exportó este concepto a USA, pero excluyó a la madre –cuando su propia hija y los amigos de eéta no le estorbaban-. A medida que los cuidados de los bebés se fueron institucionalizando en los hospitales americanos, se fueron excluyendo cada vez más a las madres, como si fueran la causa de las infecciones en los bebés. Como las madres quedaban excluidas, la alimentación con leche industrial se convirtió en el medio práctico, y muy pronto en el medio esencial de alimentar a los bebés. Esta evolución social concluyó a finales de los años 50 (del siglo XX). Solo a comienzos de la década de los 60 se comenzaron a hacer estudios randomizados (=en muestras aleatorias) sobre los nuevos métodos. El uso de la incubadora y la alimentación con leche industrial no fueron nunca objeto de estos estudios.
El resultado es nuestro paradigma occidental, según el cual el recién nacido es por lo general contemplado como un ser totalmente impotente, y que tiene necesidad de ayuda para satisfacer sus necesidades. Cuando el bebé nace a término, se considera que la madre puede atender sus necesidades, tras una formación en puericultura; pero si el bebé es prematuro, el personal sanitario considera que debe quitarle a la madre el bebé para atender todas sus necesidades durante un largo período.

Nuestro estudio randimizado (=en muestras aleatorias), y sus implicaciones en la atención en neonatología
Nuestra cultura actual confía en las incubadoras, quizá porque desconoce sus efectos nefastos, y porque también ignora la existencia de otras alternativas.
El método canguro ha sido definido de diferentes formas, pero sus dos componentes principales son el contacto piel con piel y la lactancia. Desde el punto de vista biológico, y durante el inmediato post-parto, el contacto piel con piel representa el hábitat normal para el Homo sapiens, y la lactancia representa el ‘nicho’ (*), o el comportamiento pre-programado para este hábitat. El paradigma del método canguro se basa en que el bebé prematuro no es un bebé enfermo, sino que es la separación de la madre (del hábitat) lo que produce la enfermedad. Del mismo modo, privar a la criatura de su nicho normal (la lactancia y la leche materna como dos conceptos diferenciados) hará que el prematuro enferme. En el paradigma del Método Canguro, el hábitat original y el nicho son el punto de partida de la atención sanitaria, a los que se les añade toda la tecnología y todo el apoyo disponibles.
Todos los años mueren 5 millones de criaturas, y, en por lo menos la mitad de los casos, la prematuridad es o bien la causa directa o bien uno de los factores de la mortalidad. Recientemente el Método Canguro (definido como el tener a la criatura piel con piel y la lactancia) ha sido recomendado como un método posible para cuidar a los prematuros. Utilizar a la madre como alternativa a la incubadora desde el nacimiento se puso en práctica por primera vez en un hospital de una misión de Zimbabwe, y esta experiencia fue descrita por Bergman y Jurisoo (1994). La tasa de supervivencia de los bebés de muy poco peso al nacer, pasó del 10 al 50 %. Hasta ahora, este método se utilizaba generalmente sólo cuando el bebé estaba clínicamente estabilizado. No existía ningún estudio para evaluar su inocuidad o su eficacia en los prematuros desde el nacimiento. Nuestro estudio aleatorio fue conducido en los años 2000 y 2001, con el fin de evaluar la hipótesis de que la incubadora daba resultados menos buenos que el contacto piel con piel. Tenía el objetivo de confirmar que la única diferencia en las atenciones prodigadas a la criatura era su ‘hábitat’ (mismo tipo de reanimación, mismas perfusiones, misma alimentación y mismas observaciones). Todos los bebés piel con piel se estabilizaron en las primeras 6 horas, incluido el más pequeño de 1200 g., contra la mitad de los que habían sido puestos en la incubadora. Todos los bebés colocados en la incubadora tuvieron respuestas de protesta-angustia, con bajada de temperatura y del ritmo cardíaco, y respiración inestable. Este estudio no se había concebido para investigar resultados a largo plazo, y que yo sepa no existe ningún estudio de este tipo. No obstante, lo que se puede deducir de los estudios efectuados en mamíferos, está claro: los recién nacidos humanos separados de su madre tienen exactamente las mismas respuestas fisiológicas que los otros mamíferos, y todos los mamíferos que han sufrido tal separación muestran secuelas que pueden durar toda la vida. El Método Canguro se practica generalmente con recién nacidos estabilizados. Este estudio muestra que el contacto piel con piel iniciado inmediatamente después de nacer, en lugar de la incubadora, es seguro a la vez que eficaz para las criaturas nacidas con un peso entre 1200 y 2199 g. Ello permite recomendar la utilización del Método Canguro desde el nacimiento, en particular en los países en vías de desarrollo donde no hay incubadoras. Incluso en los países en los que hay incubadoras disponibles, como en Africa del Sur, el método canguro puede ser preferible.
La definición del método canguro en base a las necesidades fisiológicas fundamentales
El Método Canguro ha sido definido de diferentes formas, pero sus dos componentes esenciales son el contacto piel con piel y la lactancia. Desde el punto de vista biológico, el hábitat normal de la criatura Homo sapiens en el inmediato post-parto es el cuerpo de su madre, y la lactancia representa el ‘nicho’, el comportamiento pre-programado para ese hábitat.
El hábitat hace algo más que aportar las necesidades nutricionales. En el hábitat uterino, es evidente que la oxigenación se asegura por medio de la placenta y del cordón umbilical, que proporcionan también la nutrición; el útero garantiza igualmente el calor y la protección. Son las cuatro necesidades biológicas fundamentales. Las investigaciones efectuadas en los diez últimos años nos permiten afirmar que en el contacto piel con piel, su hábitat normal, es el recién nacido mismo quien atiende sus propias necesidades, y no la madre o el personal sanitario. La oxigenación de la criatura mejora en el contacto piel con piel, hasta el punto que se utiliza satisfactoriamente para tratar angustias respiratorias. Las criaturas que pasan de la incubadora al contacto piel con piel presentan un aumento de la temperatura, y su estabilidad se mejora notablemente. (Ludington-Hoe et al, 1996). La nutrición mejora gracias al respeto a la capacidad de la madre de dar de mamar, y al respeto a la capacidad de la criatura de nutrirse. Las criaturas nacidas a término, en un parto no medicalizado, a las que se las deja sobre el pecho de sus madres sin ser molestadas, tomarán el pecho espontáneamente en la hora que sigue al nacimiento, sin ninguna ayuda (Widstrom et al, 1987). El recién nacido ejerce una estimulación sobre la madre que induce el comportamiento maternal y la protección. La inmunidad de la criatura mejora de manera todavía perceptible al cabo de los 6 meses (Sloan et al, 1994). Otros efectos positivos del contacto piel con piel en la madre, son entre otros, una vinculación más fuerte a la criatura y una mejor curación de los problemas emocionales ligados al parto prematuro.
Las notables capacidades de la criatura recién nacida
Uno de los comportamientos esenciales para la supervivencia del pequeño mamífero es la lactancia. El recién nacido, incluido el humano recién nacido, no necesita más que estar en el lugar adecuado para poder mamar correctamente: apegado al pecho de su madre. Cuando mama, el recién nacido respira mejor, se alimenta mejor y está protegido. La lactancia satisface todas las necesidades fundamentales de la pequeña criatura de la manera óptima.
Durante las 10 ó 14 primeras semanas de gestación, el crecimiento del cerebro está determinado genéticamente. A continuación, este crecimiento es un proceso activo, con crecimiento de los axones y de las dendritas. Cada neurona crea miles de sinapsis que se desarrollan en todas las dimensiones, y este desarrollo se estimula por las sensaciones y las experiencias. El feto tiene el sentido del gusto y el sentido del olfato muy desarrollados. Un recién nacido puede distinguir el olor de la leche de su madre del olor de la leche de otra mujer, en base a la memoria adquirida durante la vida intrauterina. Al nacer, utiliza su olfato para dirigirse hacia el pezón.
A las 30 semanas de gestación, el feto puede reconocer la voz de su madre entre las voces de otras mujeres, partiendo de algunas palabras grabadas en un magnetofón. Puede distinguir la lengua materna entre diferentes lenguas, partiendo de una simple palabra o de un simple fonema. El sentido del tacto y las sensaciones kinestésicas también están muy desarrolladas. Después del nacimiento, la criatura busca activamente tener la mayor superficie posible de su cuerpo en contacto con la piel de su madre. (Widstrom et al, 1987). Las estimulaciones táctiles facilitan la transmisión de las informaciones afectivas de la criatura hacia la madre, y ello determina el desarrollo de los esquemas cerebrales. El lenguaje de la madre y de la criatura está constituido por señales que ambas emiten bajo la influencia del sistema nervioso automático. Esta es la base de un desarrollo sano de la criatura. Al nacer, sus percepciones sensoriales no tienen ningún ‘filtro’; experimenta todas las sensaciones de forma máxima. A medida que se desarrolla, aprende a ‘moderar’ las percepciones sensoriales.
Al nacer, el bebé humano dispone de más sinapsis en su cerebro que en ningún otro momento de su vida. Su desarrollo es un proceso que consiste en suprimir ciertas sinapsis y desarrollar otras para crear los ‘caminos’ neurales. Estos últimos pueden ser buenos o malos, en función de las sensaciones y experiencias vividas por el recién nacido. Los prematuros y los recién nacidos tienen un sistema nervioso que no tiene capacidad de temperar los estímulos sensoriales. La sobre-estimulación de cualquiera de sus sentidos será vivida de forma dolorosa por el recién nacido. Las hormonas del stress aumentan la percepción del dolor. El resultado es similar al efecto de la picadura del escorpión parabuthus* (* = En el original: Le résultat est similaire au scorpionisme par le parabuthus, creo que está mal traducido al francés; creo que el dolor intenso de la picadura del parabuthus se debe a que activa las hormonas del stress; de ahí la comparación.- Nota de la traducción), un envenenamiento potencialmente mortal.
Las complicaciones que suceden durante el nacimiento afectan a la personalidad, a la capacidad relacional, a la autoestima, y a los esquemas de comportamiento a lo largo de toda la vida (Shore, 2001). Si a ello se le añade el rechazo de la madre y la ausencia de vinculación, podemos constatar una fuerte correlación con un comportamiento criminal y violento. La creación de nidos en los hospitales y el aumento de la frecuencia de las separaciones precoces de la madre son correlativas a los problemas de vinculación afectiva, al abandono de la madre, y al aumento de comportamientos adictivos (necesidades orales del bebé no satisfechas).
Aunque en el plano biológico se afirma que el recién nacido es extremadamente inmaduro, es un error deducir que su incapacidad es total. Esta inmadurez es relativa; es inmaduro en relación a nosotros y a nuestro hábitat, porque es un hábitat que requiere unas capacidades que el que recién nacido tiene todavía que adquirir. Pero ‘nuestro’ hábitat de adultos no es el hábitat del recién nacido. Cuando está en el hábitat diseñado para él , el humano recién nacido demuestra tener unas notables capacidades. La relación hábitat-nicho descrita por Albert y otros biólogos, subraya el hecho de que el organismo en desarrollo está totalmente equipado por circuitos neurológicos que dirigen los comportamientos que permiten que sus necesidades fundamentales sean satisfechas. Estas necesidades se satisfacen cuando el hábitat está adaptado, y el concepto de ‘nicho’ define el modo en el que el organismo hace uso de los recursos de su hábitat gracias a sus propias capacidades.
Los comportamientos de auto-vinculación (que llevan a tomar el pecho por primera vez), descritos por Widstrom (1987) y Righard (1990), son ahora bien conocidos. En términos biológicos, este comportamiento se llama ‘iniciación’, y es un neurocomportamiento innato, diferente del comportamiento de mantenimiento de la lactancia. Este comportamiento interviene en un ‘periodo crítico’, un momento único durante el cual debe producirse un hecho determinado para que pueda desarrollarse plenamente, y este periodo es de vital importancia para el desarrollo óptimo del organismo.
Es estado de organización y de separación
Es especialmente importante tener en cuenta que la tetada que nosotros observamos y que calificamos como ‘lactancia’, no es más que la manifestación física de un neurocomportamiento innato y global, que no es perceptible más que durante un corto periodo. Desde el punto de vista biológico, la lactancia es la totalidad de un ‘programa nutricional’, y su éxito depende de que la criatura se encuentre en el hábitat adaptado. Además este programa nutricional necesita la estancia constante e ininterrumpida de la criatura en el hábitat previsto para él por la naturaleza: el cuerpo de la madre. Se expresa por medio de hormonas específicas y por respuestas del sistema nervioso autónomo, que se producen noche y día. El comportamiento observado entre las tetadas forma parte también del programa nutricional. Esto puede también describirse como un ‘estado de organización’, y el programa NIDCAP (Newborn individualised developmental care and assessment programme = programa neonatal individualizado de cuidados y de evaluación del desarrollo) nos ha enseñado muchas cosas sobre el tema, aunque en un contexto tecnológico.
El estado de organización depende del nivel de vigilia del organismo, que para el bebé va desde el sueño profundo hasta el llanto agudo, pasando por diferentes estados de vigilia. Para su bienestar, el recién nacido tiene necesidad absoluta de la presencia de ‘ciclos’ adecuados, con periodos de sueño no muy profundo y con otros periodos de vigilia para las tetadas, evitando tanto como sea posible el llanto y el stress. Este tipo de ciclos óptimo sólo se observa en los bebés que están apegados a su madre, y especialmente cuando el contacto piel con piel es máximo.
Restaurar el paradigma original
Estas constataciones nos deben llevar a plantearnos un nuevo paradigma. La única necesidad de la criatura nacida a término es estar en su hábitat natural, a saber, la madre; no la madre como proveedora de cuidados, sino la madre como proveedora de contacto piel con piel. La criatura nacida a término es razonablemente fuerte, la prematura es frágil. La necesidad que tiene la prematura de su hábitat natural es todavía más importante que la de la criatura nacida a término. Nuestro paradigma actual contempla la incubadora como el hábitat normal de la criatura prematura, y el biberón como el medio normal de alimentarse; hemos definido unas normas para el ritmo cardíaco y la temperatura que son las adaptadas a la incubadora. Nuestros ‘valores normales’ se tendrían que volver a definir.
En nuestros servicios médicos, deberíamos reconocer el lugar central de la madre en tanto el hábitat que la criatura necesita de forma absoluta y desesperada. Tenemos que tener en cuenta las capacidades de la criatura recién nacida para satisfacer por sí misma sus necesidades. Tenemos que repensar nuestros servicios hospitalarios y revisar nuestras prácticas, con el fin de asegurar que la madre recibe el apoyo necesario para que pueda ofrecer a la criatura el hábitat normal, y ayudar a la criatura prematura a satisfacer sus necesidades. Esto implica reconocer que las capacidades neurológicas de desarrollo (‘neurodeveloppementales’) no están necesariamente unidas a un estado de desarrollo físico de la criatura. La criatura prematura dispone del mismo programa neurológico de desarrollo (‘neurodeveloppementale’) que las criaturas nacidas a término; a causa de su inmadurez física, tiene simplemente necesidad de ayuda. Esta ayuda debe serle aportada, pero sin quitarle su hábitat natural y sin violar su programación innata.
El paradigma del Método Canguro se basa en el hecho de que el nacimiento prematuro no es una enfermedad, y que lo que convierte al bebé prematuro en un bebé enfermo es la separación de su hábitat natural (la madre). Como también lo hará la supresión del acceso al nicho (el acceso al pecho, a la lactancia y a la alimentación con leche materna, contemplados como conceptos diferenciados). En el paradigma del Método Canguro, el respeto al hábitat y al nicho naturales es la base de toda la atención, a los cuales se le añadirán el apoyo y la tecnología disponibles.
El Método Canguro respeta el paradigma original para el cuidado de las criaturas:
El contacto piel con piel con la madre es el hábitat requerido por la pequeña criatura humana, un derecho fundamental del recién nacido.
La lactancia exclusiva es esencial para su salud física, neurológica y mental, y tiene un impacto para toda su vida.
Prodigar el apoyo que permita A TODAS las criaturas recién nacidas permanecer apegadas a su madre, debería ser la prioridad universal de la salud pública.
Ayudar a una criatura prematura a mamar correctamente
Lo que aquí se ha descrito es muy diferente de las prácticas actualmente en vigor de alta tecnología, en las cuales la separación madre-criatura se acepta como algo normal y necesario. En nuestra cultura occidental, el bebé es considerado un ser totalmente impotente, y que requiere ayuda para todas sus necesidades. Si la criatura nace a término, se considera que la madre es la persona que puede atender sus necesidades. Si la criatura es prematura, el personal sanitario estima que debe quitarle la criatura a la madre para atender a sus necesidades. Los argumentos que presento aquí demuestran que esto es erróneo. La única necesidad de la criatura nacida a término es dejarla en su hábitat adecuado, que no es la madre en tanto que persona que asegura unos cuidados, sino la madre en tanto que persona que provee el contacto piel con piel.
A la vista de los conocimientos actuales sobre el comportamiento de las criaturas recién nacidas (lactancia, reacción de protesta-angustia), y en la medida en que la lactancia y el contacto piel con piel compensan la inmadurez del bebé, es completamente lógico pensar que el contacto piel con piel es todavía más necesario en las criaturas prematuras (de hecho, la piel con piel es superior a la incubadora). Si se priva a la criatura de este contacto, la privación inducirá una ‘respuesta-angustia’, con una tasa de glucocorticoides 10 veces más elevada que la normal (Modi, 1998). Tales tasas son tóxicas para los prematuros, y tienen también un efecto inhibidor sobre el tracto digestivo. Se produce secreción de somatostatina, que tiene un importante efecto inihibidor sobre todos los aspectos del funcionamiento del tracto digestivo, con bajada de todas las hormonas benéficas para el tracto digestivo, así como de las hormonas de crecimiento. Los mamíferos nacen con un solo objetivo: ser amamantados al pecho o a la teta. ¡Una criatura recién nacida es un ser totalmente desarrollado y muy competente!
¡El cerebro fetal es consciente!
La criatura recién nacida está programada para mamar del pecho:
Entre la semana 16 y la 20, el feto sabe tragar;
Entre la semana 26 y 28, tiene movimientos de succión;
A partir de las 36 semanas de gestación, es capaz de mamar del pecho.

Escala de Persson (Wahlberg, 1991) para dar de mamar a un prematuro
Etapa 1: el contacto piel con piel, que debería ser ininterrumpido desde el nacimiento.
Etapa 2: tomarse el tiempo; es el bebé quien establece su ritmo.
Etapa 3: estado de organización; esperar y observar si se despierta
Etapa 4: el olfato; automáticamente solicitado si el bebé está en contacto con el pecho
Etapa 5: el gusto; un prematuro necesita un poco más de tiempo para conseguirlo
Etapa 6: tomar el pecho; para un bebé muy prematuro puede resultar difícil mantener la boca en el pezón
Etapa 7: la tetada: mamar necesita muy poco esfuerzo, una vez que se mantiene la boca en el pezón
Una vez adquirida la tetada nutritiva, es necesario asegurarse que la criatura puede acceder al pecho cada vez que está despierta, y entonces la lactancia ya ha quedado establecida.
Mamar del pecho y tomar un biberón pueden parecer cosas similares, pero de hecho es MUY diferente. Tomar el biberón para un prematuro es stresante.
Los bebés prematuros pueden alimentarse al pecho, incluso desde la 26ª semana de gestación, si bien necesitan ayuda. La práctica de la lactancia cuando la criatura no ha sido nunca separada de la madre, difiere mucho de la que consideramos ‘normal’ en nuestra cultura occidental. De entrada, esta práctica está totalmente determinada por la criatura, y no por la madre, y cada criatura es única. Un bebé que puede escoger por sí mismo con qué frecuencia toma el pecho desde el principio, va a poner en marcha una ‘rutina’ de lactancia; tomará el pecho cada hora, cada dos horas o cada más, tragará toda la leche que salga tras un solo reflejo de eyección, lo cual es muy conveniente para la débil capacidad de su estómago, y le aportará lo que necesite de calorías y nutrientes para una o dos horas como máximo, y será capaz de gestionar de manera eficaz su estado cíclico de organización. Esta es la práctica de lactancia constatada en casi todas las culturas no occidentales.
En conclusión
La lactancia es una estrategia crucial de supervivencia para el humano recién nacido; es un comportamiento que depende enteramente de una programación cerebral límbica, que depende a su vez del hecho de que la criatura se encuentre en su hábitat normal: apegada al cuerpo de su madre. Cualquier separación tiene como consecuencia un programa neurológico de desarrollo (‘neurodeveloppementale’) diferente del programa normal, potencialmente nefasto.
En consecuencia, el contacto con el cuerpo de la madre es específicamente necesario a partir del momento del nacimiento, y debería ser continuado.

Nils Bergman (Africa del Sur) hizo sus estudios de medicina en Africa del Sur. Realizó un doctorado en Salud Pública. Es director de la Maternidad del Hospital de Mowbray (Africa del Sur) y desde hace años estudia la lactancia y el método canguro para llevar al bebé.
Sextas Jornadas Internacionales sobre Lactancia, Paris, marzo 2005
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(*) En biología el ‘nicho’ de un animal, es el papel o la función que desempeña en su hábitat . (Nota de traducción)

miércoles, 16 de julio de 2008

Criar con el corazón



Criar con el Corazón: "La empatía hacia los niños"
Escrito por:


Alejandra Viti (compañera y amiga)


El colectivo “Criar con el Corazón” es una asociación que intenta transmitir algunos valores a los padres para la crianza de sus hijos, como son el apego, el respeto y la empatía con los pequeños. “Para crear un mundo sin violencia debemos criar niños sin violencia con respeto hacia sus emociones y necesidades”, esa es la máxima que los componentes de esta asociación promueven entre las familias.
“La empatía hacia los niños”Muchas veces nos encontramos con gente que fácilmente demuestra una conducta empática hacia los adultos, pero no así hacia los niños, ni siquiera cuando estos niños son sus propios hijos. El interrogante es: ¿Qué lleva a una persona a no poder expresar o sentir empatía por los niños?
Empecemos definiendo empatía. Según la RAE empatía es la “Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro”. En un avance de su vigésima tercera edición agrega que es la “Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos”.
¿Cómo podemos entonces responder a la pregunta de porqué la empatía hacia los niños parece tan difícil de alcanzar para algunos?
Como primer punto podemos citar la incapacidad de recordar la “verdadera” infancia. O sea, el no poder entrar en contacto con aquellos sentimientos vividos en la niñez. Muchas veces nuestra memoria se nubla y sólo accedemos a aquello que pudo ser mejor, los buenos momentos, etc. Y ponemos (inconscientemente) como mecanismo de defensa una barrera a todo aquello que nos puede causar dolor. El gran problema es que en el proceso muchas veces dañamos a aquellos que más nos necesitan, nuestros hijos. En su libro “El saber proscrito”, Alice Miller nos descubre la raíz de muchos de nuestros males en la infancia y, en concreto, en las enseñanzas que recibimos a tan temprana edad. Entre otras cosas nos dice que: “La mayoría de los padres se hallan desde su infancia en una especie de jaula emocional, y sólo esperan poder dar rienda suelta por fin a su vieja rabia inconscientemente acumulada. La única puerta que conduce fuera de esa jaula son los hijos, pues éstos son las únicas personas a las que -bajo el pretexto de la educación- pueden pegar, insultar y humillar como sus padres lo hicieron con ellos en su día”, y sigue “Si una madre se hallara en condiciones de sentir el daño que hace a su hijo, descubriría que a ella también le hicieron daño y podría liberarse de sus impulsos de repetir la historia”.
También vemos que el “qué dirán” influye en la conducta de algunos padres hacia sus hijos. Muchas veces ante una situación crítica (berrinche, llanto, etc.) sobre todo en lugares públicos, no está bien visto consolar y “bajar” al nivel del niño sino que se espera que se lo “ponga en su sitio”. Eso puede deberse (y esto es mi opinión personal) a una baja autoestima, falta de seguridad en las propias capacidades. Muchas veces el padre o la madre quedan en una posición vulnerable a la mirada del otro, entonces actúa como se le enseñó, con violencia ya sea física (azotes, cachete) como psicológica (gritos, humillación, etc.). Y cuando no es en público, esa “mirada del otro” también está, puede ser la mirada de una madre o padre autoritario. Por ejemplo, personas que han escuchado toda su vida “No sabes hacer nada bien”, ante una crisis de sus hijos se ven desbordados y ponen orden, de la única forma que conocen, que lamentablemente no es la mejor.
Luego está el tema de aprender a “tolerar la frustración” que tanto escuchamos, como si hubiera que ir enseñando desde bien pequeños a nuestros niños que la vida es dura. Y en este tema no se tiene en cuenta la variedad de circunstancias por las que el niño atravesará naturalmente y que le enseñarán a manejarse dentro de ciertos parámetros. O sea, para algunos padres no basta con esto sino que hay que forzar ciertas situaciones en función de que no se (mal) acostumbren a que todo es como lo quieren (cuando eso está muy lejos de ser cierto).
Incluso hay estudios que demuestran que: “La falta de cuidados maternales tempranos es la causa de que la región que ocupa el córtex orbitofrontal ( la región cerebral situada detrás de los ojos que permite al individuo reflexionar sobre sus propias emociones y empatizar con los sentimientos de otros individuos) sea diminuta , desembocando en una pobre autoestima y en una tan baja capacidad para empatizar, que el bebé crece literalmente incapaz de sentirse culpable por lastimar a los demás”
El psiquiatra y psicoanalista inglés John Bowlby en la conferencia “El cuidado de los niños” (1880), dice que una madre con una sensibilidad corriente se adapta rápidamente a los ritmos naturales de su hijo y al prestar atención a los detalles de la conducta del bebé va descubriendo lo que a éste lo satisface. Al hacerlo, dice Bowlby, no sólo lo contenta, sino que también obtiene su cooperación. Esta descripción de Bowlby se refiere a períodos iniciales del bebé, preverbales. Para el autor, si bien en ese período es rudimentaria la capacidad de adaptación del bebé, si se le permite crecer a su propio ritmo, pronto su conducta mostrará los resultados de la actitud de los cuidadores. Bowlby cita a M. Ainsworth y colegas, que han observado que aquellos niños cuyas madres respondieron sensiblemente a sus señales durante el primer año de vida, lloran menos que los bebés de madres menos sensibles, y se muestran más dispuestos a aceptar los deseos de los padres.
No es difícil reconocer la noción de empatía detrás de estos conceptos. Una madre que “se adapta a los ritmos naturales del bebé” y una madre que “responde sensiblemente a las señales de su hijo” son madres empáticas. La empatía materna influye en el desarrollo del niño, estimulando, su cooperación. Como conclusión de estas ideas sobre el cuidado materno Bowlby afirma: “...los bebés humanos, al igual que los de otras especies, están preparados para desarrollarse de manera socialmente cooperativa; que lo hagan o no, depende en gran medida de cómo son tratados”. Para el autor, inicialmente existiría en el bebé una predisposición a desarrollarse cooperativamente. Que esto sea así estará en función del trato paterno. Padres empáticos favorecerán el desarrollo de hijos cooperativos. La ausencia crónica de empatía estimulará la hostilidad y el conflicto.
Para Bowlby, existiría en los padres una “disposición a brindar cuidados”, que los inclinaría hacia la atención del bebé. Para este psicoanalista, la conducta de crianza -así como la de apego- se encuentra en cierto modo preprogramada, o sea preparada para desarrollarse, en tanto las condiciones lo permitan. Esto no significa hablar de un instinto parental. Existe una preprogramación, una “tendencia a”, que requiere de las experiencias para desarrollarse y organizarse. Si el curso de los acontecimientos es normal, el progenitor experimenta deseos de cuidado: abrazar al niño, consolarlo, protegerlo, alimentarlo. Esta disposición puede verse interferida por las experiencias infantiles de los padres. Los malos tratos o frustraciones sufridas cuando niño predisponen a brindar un maltrato al hijo o a alterar la conducta de cuidados.
Podríamos concluir, entonces, que hay una predisposición de los padres a sentir empatía hacia sus hijos, pero que son las experiencias en los primeros años de vida las que van a consolidar esa tendencia. Una crianza cariñosa, apegada y, sobre todo, respetuosa hacia las necesidades del niño es lo que favorece, en un futuro, al desarrollo de una personalidad cooperativa y empática. Por el contrario, un modelo paterno hostil generará en el niño frustración y dispondrán al futuro adulto a repetir el modelo.
Gracias Ale por este artículo.
Ruth

martes, 15 de julio de 2008

El sueño infantil: resumen

Resumen extraido del libro " Dormir sin Lágrimas" de Rosa Jové y del taller sobre sueño que impartió en Granada en Abril.

La mayoria de los padres piensan que sus hijos tienen problemas de sueño porque se tienen despertares frecuentes o no duermen cuando ellos creen que deberian hacerlo. Pero en realidad tales problemas no existen, el sueño es un proceso evolutivo que se adapta a las necesidades de cada etapa de la vida, como veremos más adelante. Cada niño tiene su horario y no hay que compararlo con otros niños, el problema está en las falsas expectativas que se crean los padres y en que normalmente hay una falta de sincronia entre le horario laboral o social de los padres y el horario de sueño del niño.
Fases del sueño
Fase 1 :Cuando empezamos a dormir, es un sueño muy ligero, tanto que si en ese momento nos hablan contestamos e incluso diremos que no estabams durmiendo.
Fase 2: El sueño es algo más profundo. Si nos hablan probablemente no atendamos a la primera.
Fases 3 y 4: " Sueño profundo ". La mente está profundamente dormida, para despertarnos hace falta un ruido fuerte, un codazo.... . En esta fase es cuando se descansa de las actividades diarias. Los niños tienen más sueño profundo por que suelen ser más activos. Los ancianos no tienen por que tienen poca actividad y normalmente presentan problemas cardiacos y el no tener sueño profundo es un mecanismo de supervivencia. El sueño profundo suele darse en las primeras horas de la noche por si acaso dormimos pocas horas que al menos estemos descansados.
Fase REM: Es la fase en que soñamos. El cuerpo está relajado pero la mente está muy activa. Normalmente no recordamos los sueños a no ser que estemos a punto de despertar. ESta fase sirve para reorganizar los aprendizajes del dia y las emociones, por eso los niños pequeños tienen mucha fase REM, mientras que los ancianos tienen muy poca. Entre estas fases todos tenemos múltiples despertares ya que esto es crucial para la supervivencia ( Geneticamnete somos iguales que nuestros antepasados prehistoricos que vivian en cuevas, imaginaos lo peligroso que era estar desconectados 8 horas seguidas ). Normalmente los adultos no nos damos cuenta de estos despertares pero los se quedan despiertos por que se sienten inseguros, no saben que esto es normal y tienen miedo, necesitan que les tranquilicemos y les ayudemos a dormirse de nuevo.
Evolución del sueño infantil
Sueño del bebé de 0 a 3 meses
*Tienen solo fase REM ( en mucho mayor % que el adulto ) y un sueño intermedio entre las fases 2 y 3. Esto es asi porque en la fase Rem es en la que se integran los aprendizajes y las emociones y los bebes estan aprendiendo continuamente .
*No diferencian el dia de la noche porque sus sueño no se diferencia casi del sueño que tenia en el vientre materno. Aun no a adquirido todas las fases del sueño del adulto
*El sueño se reparte en varias veces a lo largo del dia y de la noche. Esto es asi por varios motivos:
-Necesitan comer frecuentemente ya que crecen muy rápido y asi evitan hipoglucemias. Además necesitan mamar muchas horas al dia no solo para alimentarse sino tb para relajarse y relacionarse con el entorno y conocer sensaciones
-Tienen que mantener la alerta de un cuidador ya que no se diferencian tanto de los bebes de hace miles de años que sobrevivian más si sabian mantener alerta a sus padres
-Nacen muy inmaduros e incapaces de valerse por si mismos por lo que necesitan atencion constante para sobrevivir.
Bebés de 4 a 7 meses
Ya diferencian el dia de la noche y, aunque cada niño tiene su ritmo, suelen hacer un par de siestas por el dia y dormir un poco más de noche. Duermen unas 10-15 horas diarias
Van adquiriendo las fases de sueño del adulto por lo que ya pueden hacer ciclos más largos que los bebés de 0 a 3 meses que solo tenian 2 fases.
Ya no necesitan mantener la alerta constante de sus padres, solo se mantendran alerta cuando se sientan solos o entre extraños
Bebes de 8 meses a 2 años
Esta es una etapa de grandes cambios ya que se empieza a introducir la AC, empiezan a desplazarse y a relacionarse con el entorno, empiezan a salir los dientes, sufren las llamadas crisis de angustia de separacion, en torno a los 2 años empieza el control de esfinteres…. . Por eso su sueño se dice que es temido e inquieto:
Temido: Por que se dan cuenta de que hay un periodo de tiempo en el que se separan de sus padres y no controlan qué pasa. Por eso intentan retrasar el momento de irse a dormir o se suelen quedar dormidos haciendo actividades que les distraigan de esa idea como ver la tele, jugando. Necesitan que les acompañemos, que les relajemos antes de irse a dormir, cantandoles, acunandoles…..
Inquieto: Estan más nerviosos debido a todos los cambios que hemos mencionado antes y además solemos regañarles más en esta época:. Por eso el sueño Rem es más inquieto ya que aquí se asimilan los aprendizajes pero tambien pueden provocar pesadillas y otros trastornos.
De 3 a 6 años

Normalmente a estas edades se suelen eliminar espontaneamente la siestas, ya que tienen más actividad diurna. Necesitan menos horas de sueño pero duermen más horas por la noche. Duermen unas 10-12 h diarias Siguen necesitando sentirse acompañados. En esta etapa el sueño es ya bastante parecido al de los adultos.
Como veis el sueño va evolucionando a lo largo de la vida y en cada momento se adapta a nuestras necesidades. Por eso el sueño de un bebé es distinto al de un adulto y el de este distinto al de un anciano. Nacemos sabiendo dormir y no necesitamos que nos enseñen ya que el sueño es algo natural y fisiologico y todo niño sano dormirá “ correctamente “ algún día.

Metodos de Adiestramiento:
Aunque en españa el más conocido es el llamado “ Método Estivill” explicado en su libro “ Duermete niño”, a lo largo de los últimos 50 años diversos autores se han atribuido la invención de´métodos para enseñar a dormir a los niños, dejándolos llorar según una tabla de tiempos.
¿ Cómo funcionan estos métodos ?
En primer lugar sembrando el pánico entre los padres. Se les crean falsas expectativas en cuanto a los horarios de sueño de sus hijos y se hace de lo normal un problema. Se hace creer a los padres que sus hijos tienen un problema que si no se soluciona les acarreará graves trastornos en el futuro.
¿ Qué ocurre cuando se aplican estos métodos ?
Cuando dejamos a un niño solo en su habitación, sobre todo si es un bebé, se asusta, sus padres no están cerca y no sabe qué va a pasar. Ante esta situación de stress el cerebro responde liberando las hormonas del stress por excelencia que son la adrenalina y el cortisol. Estas hormonas impactan sobre areas del cerebro que rigen las emociones a lo largo de nuestra vida y el lenguaje. Como consecuencia los niños que no son atendidos lloran hasta que estas areas se colapsan . Com el cuerpo no podria aguantar durante mucho tiempo esta situación, para contrarrestar se liberan una serie de sustancias ( endorfinas, serotonina, opiaceos ) que provocan una bajada del stress ( recibe un chute de tranquilizantes naturales ).
Además cuando hay niveles altos de cortisol y de serotonina se produce el vómito involuntario, es falso que los niños se provoquen el vómito para llamar nuestra atención.
Por lo tanto si tenemos en cuenta que para el niño la hora de dormir habia llegado y probablemente haya pasado, que lleva llorando mucho rato y está agotado y además acaba de recibir un “chute” de opiaceos, es normal que caiga rendido y se duerma, pero no porque haya aprendido nada, simplemente está autodrogado.
Esta es la base de los métodos conductistas, provocar un shock neuroemocional en el niño y precisamente por eso funcionan mejor cuanto más pequeño es el niño.
¿ qué secuelas quedan a corto y largo plazo ?
El niño aprende que nadie le va a hacer caso, que sus necesidades no merecen ser atendidas y por eso dejan de llorar, pero no porque no necesiten a sus padres.
El hecho de colapsar repetidamente la amigdala puede provocar niveles anormales de serotonina y esto se relaciona con depresión, violencia, baja autoestima, ansiedad, sindrome de estrés postraumatico..
Además los niveles altos y mantenidos de cortisol pueden ser toxicos para el cerebro llegando incluso a provocar pérdida neuronal..
Por otra parte estos niños aprenden a dormirse con un chute de opiaceos y serótonina y seguiran necesitando esta dosis par dormir. Suelen ser niños que necesitan estresarse para provocar el subidon de adrenalina y el posterior subidon de serotonina y opiaceos. Asocian dormir con estrés mientras que un niño acunado, atendido, asocia dormir con relax y a la larga sabrá dormir solo.
Qué podemos hacer para que duerman mejor
En la mayor parte de las culturas del mundo, el insomnio infantil no existe. Muchos antropólogos han estudiado qué tienen en comun estas culturas con respecto al sueño y han encontrado tres puntos fundamentales: Lactancia materna a demanda Colecho Actitudes responsivas ante el bebé

**Lactancia: La LM ayuda a dormir al bebé de dos formas:
1- La leche materna tienen l-triptofano, un aminoacido que ayuda a conciliar el sueño ( es lo que le ponen a las leches estas que han sacado de noche ) Además en los primeros meses la sensacion de sueño va acompañada de la sensacion de hartura por lo que si creemos que el bebe duerme poco hay que comprobar que la lactancia está bien establecida.
2-El pecho tiene un efecto relajante sobre el bebé, por la misma succión, por el contaco piel con piel, el olor de mamá, su calor... .
Además la succion del pecho cansa más. Al lactar se estimula la secreccion de prolactina en la madre y esto la ayuda a conciliar el sueño tambien a ella

**Colecho: En la mayor parte del mundo, incluso en el modernisimo Japón, los niños comparten cama con sus padres y en esas sociedades el insomnio infantil es practicamente inexistente. Nosotros mismos, hace décadas, tambien dormiamos juntos.
Cómo practicar colecho seguro:
-El colchón debe ser lo suficientemente duro como para que el niño no quede atrapado. No se deben usar camas de agua, ni sofas, ni invntos en los ue el bebé pueda quear atrapado entre el colchon y la pared.
- las sabanas no deben tener lazon o cintas que puedan rodear al bebé, ni cojines mullidos
-No taparle mucho, los padres ya le calientan con su cuerpo
-Los padres no deben fumar en la habitacion del niño
-Los padres no deben estar bajo los efectos de ninguna droga, medicacion o alcohol
- Los padres no deben padecer obesidad mórbida
-No se debe poner al niño bocabajo, ni añadir ambientadores o repelentes en la habitacion

Ventajas del colecho:
-Minimiza el riesgo de Sindrome de muerte subita del lactante, si se practica de forma segura ya que el bebé se sincroniza con la respiracion de la respiracion de la madre, esto le sirve de recordatorio para que continue respirando en caso de apnea. Además le ayuda a "aprender " a pasar de una fase del sueño a otra
-Favorece que la madre pueda seguir durmiendo mientras alimenta a su hijo de noche
-Favorece que el bebé y la mamá casi no se despierten al reclamar el niño el alimento -Favorece la regulación de la temperatura corpòral por la noche ( los bebés cuando nacen no regulan la temperatura corporal )

** Actitudes responsivas ante el bebé
Para un recien nacido lo principal es sobrevivir. Si se siente acompañado y sus necesidades satisfechas será uun bebé más tranquilo. Esta tranquilidad ayuda aconciliar el sueño. Las situaciones de strss pueden alterar los periodos de sueño y los despertares, sin embargo si sus necesidades de apego estan satisfechas el cerebro queda libre de alertas que se disparan y puede concentrarse en organizarse en nuevos aprendizajes y en regularse y adquirir un ritmo de sueño.

lunes, 14 de julio de 2008

Conciliar, sí, pero ojo con el niño

La conciliación implica educar y cuidar a los hijos, no que prolonguen su jornada escolar - El 40% de los niños viven estresados por exceso de horario - Nace el 'padre de hijo horizontal': el que sólo le ve dormido.



Las palabras, como cualquier cosa, pueden desgastarse del uso y perder parte de su significado. "Conciliar, sin más, no significa nada. ¿Qué queremos conciliar? ¿Con una familia tradicional en la que la mujer, aunque trabaje, se haga cargo de las obligaciones familiares? Hay muchos tipos de conciliación", asegura la investigadora de la Universidad Carlos III Constanza Tobío. Y no todas son iguales, ni tienen los mismos efectos para los padres y sus hijos, encontrando unas y otras en el camino efectos no deseados.



Medidas como la extensión de las guarderías públicas (el PSOE ha prometido 300.000 y el PP ha subido la apuesta a 400.000), las actividades extraescolares, el aumento del horario de apertura de los colegios, también durante las vacaciones (que las asociaciones de padres de alumnos piden que se generalicen), pueden acabar afectando negativamente a los niños, que pasan desde muy pequeños muchas horas fuera de casa soportando unas jornadas tan cargadas o incluso más que las de sus padres. La Sociedad Española de Psiquiatría estima que alrededor del 40% de los niños están estresados, entre otras causas, por su acelerado ritmo de vida. Mientras algunos expertos, como Irene Balaguer de la asociación de maestros Rosa Sensat, creen que hace falta cuidar mucho más la calidad de esas actividades, otros creen que hay que reservar más espacio para los niños: "Las medidas de conciliación son buenas si sirven para pasar más tiempo con los hijos; si no, no hacemos nada", asegura Jesús García Pérez, pediatra y presidente de la Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil.
Pero centrarse en otras políticas, como el fomento de la reducción de jornada, los permisos parentales retribuidos o dar dinero a las familias, tienen en la práctica efectos perversos, ya que acaban significando que son las mujeres las que reducen su jornada o dejan el trabajo durante diversos periodos, con el coste en la carrera profesional que eso conlleva, asegura Tobío citando, por ejemplo, el caso de Alemania. Allí, "la mayoría de mujeres se quedan en casa durante el primer año del bebé y luego se reincorporan en empleos de media jornada", dice un estudio de la Comisión Europea publicado en 2006. En España, una de cada cinco directivas de empresas renuncia a su baja por maternidad por temor a las consecuencias laborales, según una encuesta del Instituto de Estudios Superiores de la Empresa (IESE).
Un trabajo que la profesora Tobío hizo junto a Juan Antonio Fernández Cordón en 2006 con la Fundación Alternativas dividía en tres los modelos de políticas de conciliación. El nórdico, basado en la combinación de servicios y permisos, trata de implicar a los varones con permisos específicos para ellos. El modelo centroeuropeo está basado en permisos parentales y dinero a las familias y sus consecuencias en la práctica, como hemos visto, son que las mujeres se siguen encargando de los hijos. Y el modelo francés, que mezcla servicios, permisos y dinero está resultando en que las mujeres con menor cualificación "son las que abandonan el mercado de trabajo mientras los hijos son pequeños", dice el informe.
En cuanto a España, el estudio concluía que las políticas de conciliación "no sólo son escasas, sino ineficaces y confusas", y apostaba por un modelo, sobre todo, de servicios, aunque apoyado en permisos y dinero. Dos años y algunos cambios después, España ofrece a los padres un poquito de todo: servicios como las guarderías, bajas, medias jornadas, o subvenciones, como los famosos 2.500 euros por bebé. Pero menos que muchos europeos.
Por ejemplo, las plazas públicas de guardería hasta tres años llegan en España (a la espera de que se cumplan las optimistas promesas electorales) al 17% de los niños, muy lejos de la Bélgica Flamenca (81%), Dinamarca (56%) o Francia (43%). Más cerca de los países europeos están los permisos. El PSOE, que ya amplió el de paternidad a 15 días en este mandato, ha prometido extenderlo a un mes en el próximo; y el de maternidad, aumentarlo de 16 a 18 semanas para el segundo hijo y a 20, para el tercero. El PP también ha propuesto un mes de baja de paternidad, que se podría disfrutar durante los tres primeros años del niño, y 18 meses para todas las madres. Durante ese tiempo, se cobra el 100% del sueldo.
Lo que no está remunerado en absoluto es la excedencia que los padres pueden coger hasta que el niño cumpla tres años. En Francia, a partir del segundo hijo se cobran 485 euros al mes, y en Dinamarca, donde la excedencia puede durar algo más de cinco años, se cobra el 90% del sueldo durante dos años y medio. En cuanto a la reducción de la jornada laboral, el PSOE ha prometido que los padres podrán optar a ella hasta que sus hijos cumplan 12 años (ahora el límite es ocho), como ya ocurre en Portugal. El PP, por su parte, ha prometido rebajas fiscales a las empresas que fomenten medidas de conciliación.
En más de 1,8 millones de hogares españoles, cerca del 11% del total, viven niños menores de 10 años mientras sus padres trabajan, incluidas las familias monoparentales, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Los momentos más difíciles son hasta que el niño cumple tres años, cuando se pone malo o por las diferencias del horario escolar y la jornada laboral. Y al final, aunque es cierto que muchas veces lo hacen condicionados por las políticas (o por su ausencia), o los modelos y tradiciones sociales, cada familia busca, acomoda como puede y elige su propia conciliación (que se lo pregunten a las abuelas). Veamos dos ejemplos, uno en España y otro en Francia.
Caroline David, parisiense de 36 años, tiene tres hijos: Víctor (7 años), Clara (6) y Martin (1). Cuando tuvieron los dos primeros, fue ella la que tomó una reducción de jornada (al 80%), pero con el tercero, ha sido su marido, Fabrice (37 años), el que la ha tomado porque el sueldo de ella es mayor. El dinero también fue la razón principal para fuera Cristina de la Paz (35 años), y no su marido, Daniel Moreno (33), la que tomase la jornada reducida. Trabaja en Madrid y tiene dos hijos, Adrián (5 años) y de Mireya (1). Los hijos de Caroline y Fabrice tuvieron una plaza en una guardería pública municipal de París, como mucho, cuando éstos tenían seis meses de edad. Cristina consiguió plaza en una guardería pública del pueblo madrileño donde vivía antes, Ajalvir, para su primer hijo, pero no para la segunda. Tampoco la consiguió en San Sebastián de los Reyes, donde trabaja.
Los dos hijos mayores de Caroline van a la escuela primaria, y el pequeño, a la escuela infantil, ambas públicas. Ella es la que se encarga por las mañanas de dejarles en clase a las 8.20, antes de entrar a trabajar, entre las 9,00 y las 9.30, en su puesto en el Sindicato Nacional de Viviendas (que gestiona las casas de protección oficial). Sale entre las 18.00 y las 19.00 y a veces tiene que viajar. Cristina deja a sus hijos en una guardería y colegio privados a las 8.50 y entra a trabajar a las 9.45 en la sede de una multinacional de hipermercados. Sale a las 15.15, come en casa de su madre, que vive cerca de su trabajo, y recoge a los niños alrededor de las 17.00. Aunque las clases han acabado a las 16.30, el colegio da un tiempo de cortesía, tanto antes como después de clase.
De vuelta en París, es el marido de Caroline, Fabrice, que empezó su jornada a las 8.30, quien recoge a los niños a eso de las 18.30. Las clases son también hasta las 16.30, pero después la escuela ofrece un servicio de guardería que, como la de los bebés, se paga en función de la renta. Él, trabajador de Air France, gracias a la reducción de jornada y otras medidas como minimizar el tiempo de la comida, también tiene libres los miércoles (en Francia, los niños no tienen clase ese día). Caroline David explica que el hecho de que su marido haya cogido ahora la reducción de jornada es también para poder pasar más tiempo con los chavales.
A las dos familias les llegan "más o menos" los días libres para apañarse cuando los niños se ponen malos. Caroline echa mano de su madre cuando la enfermedad se prolonga o para hacer algún viaje, y Cristina de sus cuñadas algunos días de fiesta o de vacaciones. Mientras que en verano Caroline pide también ayuda a su madre, Cristina, desde los tres años, apunta a su hijo mayor a campamentos de un mes.
Aún no le ha apuntado a actividades extraescolares, pero lo hará el año que viene, como el 94% de los niños de primaria, según el Instituto de Evaluación Educativa. Cerca de dos tercios están apuntados a más de una, normalmente, deportivas, de informática o inglés. Los niños "están bastante estresados", su tiempo libre "está muy escolarizado, a veces condicionado por las necesidades laborales de los padres y ha perdido su función de tiempo de descanso", asegura Aquilina Fueyo, decana de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Oviedo. "Son actividades bastante poco lúdicas, pero para los padres son lugares seguros donde dejar a sus hijos", añade.
Para Irene Balaguer, presidenta de la Asociación de Maestros Rosa Sensat, "si los niños, por necesidades de conciliación, van a pasar mucho tiempo fuera de casa, hay que garantizar que esas horas tienen todas las garantías que merecen". Si fuera así, "las familias podrían estar tranquilas". Pero no lo es. Ni los comedores escolares tienen la calidad adecuada, asegura, ni la ampliación de horarios cuenta con "profesionales bien pagados" ni con "un planteamiento sobre qué hacer con esas horas". Balaguer asegura que es necesario recuperar espacios lúdicos, pero, en cualquier caso, insiste en que "estar en casa tampoco garantiza nada".
Si a finales de los noventa se empezó a hablar de los niños de la llave (van al colegio con la llave colgada al cuello como un collar para volver a casa antes que sus padres y pasan horas solos hasta que llegan), el pediatra Jesús García, habla ahora de los padres de hijos horizontales. Con un buen poder adquisitivo para contratar a un cuidador, salen de casa antes de que se despierten sus hijos y vuelven cuando ya están otra vez en la cama. Habla también de la necesidad, no sólo de pasar tiempo con los niños, sino de la calidad del tiempo, de la necesidad de comunicarse.
Pero el deseo de luchar contra jornadas laborales cada vez más extensas para tener tiempo personal sobrepasa a las familias con hijos; el resto de los trabajadores también quieren robarle tiempo a las interminables jornadas laborales para pasar tiempo con la pareja o con los amigos o hacer lo que a uno le dé la gana. Eso es lo que buscará principalmente en su futuro trabajo, además de un sueldo más o menos digno, el 70% de los universitarios españoles, según una encuesta de la consultora sueca Universum Communications. "Eso no es un problema de conciliación, sino de vida", asegura la investigadora Constanza Tobío. "El problema es que tenemos jornadas laborales de 8, 9 o 10 horas", añade.
Los españoles trabajan unas 200 horas más al año que franceses, daneses o alemanes y, según el informe Empleo en Europa 2007 de Eurostat. Sin embargo, la productividad crece la mitad que en el resto del continente. Ya no se trata sólo de las necesidades de los trabajadores, sino de "los costes que la no conciliación le causa a la empresa", explica la profesora del IESE Nuria Chinchilla. "La conciliación reduce el absentismo un 30%, las bajas por estrés, la fuga de talentos, aumenta la motivación...". Asegura que sólo el 7% de las empresas españolas son familiarmente responsables, es decir, ofrecen horarios flexibles y por objetivos. "Tiene que haber un cambio de mentalidad en los empresarios", añade. Chinchilla está de acuerdo en que la conciliación es necesaria para todos, pero cree que hay que empezar por las personas que tienen niños o dependientes a su cargo.
Pero es que además, el español no gestiona bien el tiempo, asegura el presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles, Ignacio Buqueras. Explica que sus horarios, tan diferentes a los europeos -"Trabajamos más horas, dormimos 40 minutos menos, empezamos la jornada casi a la vez, pero, con pausas muy largas para comer, acabamos dos o tres horas más tarde"-, nacieron en la primera mitad del siglo pasado, a imagen y semejanza de una sociedad muy desigual, en la que el hombre trabajaba y la mujer se ocupaba de la casa. "Ahora son los dos los que llegan tarde a casa. Y claro que afecta a la productividad y a los hijos. La conciliación y la igualdad son pura demagogia, si no introducimos usos más racionales del tiempo", concluye.


jueves, 10 de julio de 2008

Mi relato

Para empezar con buen pie este blog voy a contaros como fue y como sentí el nacimiento de Diana. Espero de todo corazón que os guste.



Todo empezó la noche del dia 11 de noviembre de 2006, aún no estaba de parto, pero algo en mi interior sabia que ese iba a ser el día. Eran las 5 de la madrugada y no podia dormir, estaba nerviosa y desvelada. Mirando tonterias en internet, aburrida. Sobre las 6 AM decidí irme a la cama ya con un poco de sueño, pero aun nerviosa. Logre dormir hasta que a las 7 AM una gran contracción rompió mi sueño. Me levanté, fui al baño y allí me dió otra. Parecia que todo estaba en marcha, por fin llegó el momento, que nervios, que alegria, ¡¡era el día en que conoceria a mi pequeña!! fui a despertar a Robert con mucha sutileza para no sobresaltarle en demasía:

- Robert, Cariño... ¿te vas levantando?

- Ay, jooo, dejame cinco minutos mas, anda porfa...

- Es que... estoy un poquito de parto, no es por no dejarte...

- ¡¡¡¿¿¿¿QUE???!!!!

Pegó un brinco de la cama y se puso a "correr" histerico por toda la casa. "hay que limpiar" me dice... - Pero si estoy de parto!!! anda y estate quieto. Llama a la matrona para que se vaya viniendo, dile que no hay prisa que acabo de empezar.

Mientras Robert llamaba a la matrona, yo iba paseando por la casa, nerviosa, pero sin poder correr, ya que las contracciones me obligaban a parar cada 3 minutos, me apoyaba en la pared, cogia aire despacio y lo soltaba, ya, ya termina. Recorro medio pasillo, ¡Dios! ¿otra contracción? esta duele mas! uffff!!! termina la contracción, Robert me ha visto, esta vez no habian pasado ni los tres minutos asi que vuelve a llamar a la matrona y le cuenta el panorama, esta dice que sale volando para nuestra casa, serian ya las 7:40 aprox. Robert tambien llama a su madre, para que venga y nos ayude con la "logistica" (sabanas, plasticos, etc.) . Termina con las llamadas, y viene a ver como voy, estoy en el baño, sentada en el retrete, porque cada vez que viene una contracción noto como si me hiciese pis. Me pregunta que si quiero que me llene la bañera y le hago entender como puedo que si.

Mientras se llena la bañera, siento unas ganas tremendas de pujar y pienso para mis adentros "¡es imposible! ¡si acabo de empezar el parto!¿como voy a empujar? primero tendré que dilatar..." hago lo imposible por no seguir mi instinto de empujar, pero duele demasiado, asi que hago caso a mi cuerpo y le ayudo... "mucho mejor, asi duele menos".

La bañera ya está llena y Robert me ayuda a entrar en ella. Justo suena el telefonillo, es mi suegra, que ya ha llegado. Vienen los dos al baño y me saluda mi suegra, me vé pujando y tambien se pregunta si no será demasiado pronto. Las contracciones duelen cada vez mas, pero yo no grito, ni gruño, tan solo respiro profundamente. Segun se acaba una contraccion llega otra, estoy empieza a ser insoportable y entonces pienso:"¿ y si le digo a Robert, que esto ya no lo aguanto mas, que llame a la matrona para que se dé la media vuelta y que me lleven al hospital, que me pongan la epidural?, que yo esto no lo aguando mas". Entonces me acuerdo de las palabras de mi hermana: "Cuando pienses que no puedes mas, es que ya estas al final" echo la mano hacia abajo, y efectivamente, ahí esta la cabeza de Diana asomando, en cada contracción asoma un poquito mas... ¡¡que nervios!! ¡¡que alegria!! ¡¡dentro de muy poquito podré tener a mi pequeña en brazos!! Le digo a Robert que ya está ahí, y me toma por loca, le cojo la mano y se lo enseño, pega un brinco y sale corriendo a llamar a la matrona, que todavia no ha llegado.

Vuelve y me dice que esta aparcando.Justo me da otra contracción y noto el aro de fuego y a lo lejos oigo el telefonillo, es la matrona, mientras sube me da otra y sale la cabecita de Diana. Mi suegra flipa, la niña ya esta naciendo y yo no he siquiera gruñido del dolor, me vé tranquila, concentrada en mi cuerpo. Me acuerdo de las clases de la preparación al parto donde me explican que una vez sale la cabeza, el bebé gira un poco para poder sacar los hombros, asi que decido cambiar de postura para ayudarla. La noto girar y de pronto otra contracción, empujo con todas mis fuerzas y la noto salir, la cojo, la pongo sobre mi, y me siento en la bañera a descansar, abrazada a mi bebe. Miro a robert y le veo feliz, con lagrimas en los ojos al ver al fin a su bebé. Son las 8:32 AM

Entre tanto y sin que yo me haya enterado ha llegado la matrona y se ha abalanzado sobre mi para intentar coger a la niña cuando salia y yo le he dado en la mano y ayudado a mi bebe a salir.

me lo cuentan cuando vuelvo al mundo real, las endolfinas me tenian absorta y no me he dado ni cuenta, la verdad es que si recuerdo haber pegado un manotazo a alguien, pensaba que era mi suegra, jiji, no me habia dado cuenta de que ya habia llegado mi matrona jejeje.

El cordón deja de latir, y Robert lo corta, al poco me da otra contracción y sale la placenta. La matrona me anima a salir de la bañera he irme a la cama a descansar. Le doy la niña a Robert, para que la ponga un pañal y la vista mientras me voy a la cama.

Mi suegra me trae el desayuno y Robert a la niña la cual se prende del pecho como si lo hubiera hecho 20 mil veces... que lista es.... Termino de desayunar, intento dormir, pero no puedo. Solo puedo mirar a mi niña, es tan bonita, tan pequeña, tan... mia. Termina de mamar, me dejan a solas en la habitación y al rato me levanto, todos me miran extrañados. ¡¡Acabo de parir y estoy de paseo por la casa!! Despido a la matrona y me siento a descansar.



Al rato empiezan a llegar las visitas, y el resto ya lo conoceis asi que no me extiendo mas, jeje.



Espero que os haya gustado mi relato.



Un besito a todos